miércoles, noviembre 30, 2005


HECTOR LAVOE


30 de septiembre de 1946 en Ponce, Puerto Rico. Pachita y Luis Pérez celebraron el nacimiento de su hijo Héctor. Según La­voe, "Vengo de una familia musical que también era un poco loca." Su abuelo Don Juan Martínez, cantaba controversias que a menudo iban del conflicto vocal, a con­frontaciónes físicas. Un tío que tocaba el Tres y que era considerado como uno de los mejores de Ponce, se pasaba el tiempo tocando serenatas por todo el pueblo y acumulando enemigos. Su madre Pachita "también cantaba y según le contaban a Héctor, tenía una preciosa voz. Su padre Luís mantenía su esposa y ocho hijos tocando guitarra y cantando con tríos, y orquestas. Don Luis fue la influencia que pri­mero inspiré al niño Lavoe. Una niñez pa­sada frente al radio escuchando y cantando canciones jíbaras con su artista favorito (en ese tiempo), Chuíto el de Bayamón.
Por varios años Luís instruía diariamente a su hijo hasta cuando lo matriculó en la escueta de música de Juan Morell Campos. Dos compañeros escolares también desti­nados a ser famosos fueron José Febles y Papo Lucca. Lavoe empezó tocando el saxofón pero pronto perdió el interés porque pensó que 'lo tocaba muy bien. El cuenta que él hubiera tomado mas interés sí solo hubiera podido tocar el saxofón tan bien como (el niño prodigio) Papo Lucca to­caba el piano. Su padre lo mandaba a la escuela contra su voluntad y cuan­do Lavoe no asistió a cla­ses por mas de seis me­ses, el fue expulsado. Un dio, Don Luis te preguntó que a cuál clase iba asistir ese día y Héctor le con­testó "a la de las doce". Con esa respuesta, según cuenta Héctor "Sin advertencia, Fuuuaaacala, me dio un tremendo botetón y me preguntó. 'Corro vas a ir a clase sí sabes muy bien que te botaron?' y me obligó a regresar a la escuela.~"
En 1960, a la edad de 14 años, Lavoe se ganaba $18 por noche cantando con una orquesta de diez músicos. Como él recu­erda, "No me sentía que estaba haciendo algo con mí vida y me salí de la escuela. Siempre estaba metido en muchos líos, así que cuando tenia 17 años, decidí irme a Nueva York para ganar mucho dinero."
Cuando Lavoe le anunció su decisión a su padre, en vez de darle su bendición, Don Luís se opuso fuertemente a sus planes. "Nueva York no es para ti. Recuerda lo que le pasó a tu hermano. Te prohíbo que te vayas. Si te marchas, olvida que tienes un padre" Don Luís también expresó sus ob­jeciones en una forma que implicaba que sí Héctor se iba, obviamente no quena ni a su padre, ni a su familia ni a Puerto Rico. Sobre las objeciones y argumentos de su padre, el 3 de mayo de 1963, Lavoe se embarcó en un avión para Nueva York para realizar su sueño de fama fortuna.
En el avión y por muchos años después. Lavoe estuvo atormentado por las dolorosas y últimas palabras y amenazas de su padre. Li te vas para Nueva York, olvida que tienes padre." Lavoe se dió cuenta que él tenia que probarse a si mismo. En ese momento se hizo una promesa que loo ser lo búsqueda de su vida y la motivación que necesitaba para seguir luchando a través de los años. Su meta era ganar mucho dinero aunque tuero en una fábrica y así poder regresar a Ponce como un hombre rico. Un hombre del cual su padre podía estar orgulloso, ganán­dose así su respeto. Aunque Lavoe esta­bleció su carrera al poco tiempo de estar en Nueva York, tardó muchos mas años en lograr la reconciliación con su padre que tanto él deseaba y necesitaba.
En Nueva York su hermana Priscila lo esperaba y cuando ella vió esa flaquita figu­ra de 102 libras y 5,8', de estatura, lo primero que pensó fue en darle algo de comer Pero Lavoe no estaba interesado en comida. Su primer deseo era visitar El Barrio, esa meca de cultura puertorriqueña neoyorquina de que tanto habla oído hablar Pero muy pron­to una expresión de desilusión cubrió su rostro. Pasando por tas calles llenas de basura y viejos edificios arruinados fue un rudo despertar que borró de su mente sus visiones preconcebidas de lujosos Cadi­llacs y rascacielos de marfil. Héctor encen­tro el apartamento de su hermana en el Bronx, mucho mas de su agrado.
A la semana de estar en Nueva York, el músico Roberto Carola (un amigo de su juventud) lo invitó al ensayo de un sexteto que se estaba formando. En el ensayo, los músicos estaban tocando el lindo bolero, "Tus ojos" y el cantante estaba matando el numero. En un gesto de buena té, Lavoe ofreció enseñarle al vocalista como debía sonar el número. Lavoe le canto un par de versos e inmediatamente los músicos se dieron cuenta que él era lo que el grupo necesitaba y le ofrecieron la posición de cantante. Solo pagaban $20 por tres noches de trabajo pero fue un principio y el primer paso en el camino de su carrera musical. Una vez que Héctor fue escuchado, pronto se presentaron otros trabajos con grupos de más fama. Lavoe cantó con la Orquesta New York y después cantó por un año con Kako y sus All Stars. Lavoe también trabajó con Johnny Pacheco por dos sema­nas antes de ser ¡introducido a Willie Colon en febrero del 1967. Esta estaba destinada a ser una reunión histórica que había de lanzar las carreras de dos de las estrellas mas brillantes de Salsa.
Johnny Pacheco, co-propietario de Fania Records y director musical de grabaciones, propuso que Lavoe grabara con Willie Colón en su primer album El Malo." En eso tiem­po los músicos mayores consideraban al grupo de Willie una banda de nenes con un sonido terrible. Lavoe pensaba igual pero después de escuchar Los números graba­dos Chongui, Quimbombo y Jazzy cambio completamente su opinión sobre la banda Según cuenta Lavoe, Willie nunca lo invitó oficialmente a ser parle del grupo. Después de la grabación, Willie simple­mente le dijo, "Empezamos el sábado a las 10 de la noche en el Club Tropicoro."
El éxito inesperado de ese primer LP, radicalmente cambió las vidas de Lavoe y Colon. Lavoe recibió reconocimiento ins­tantáneo, empleo fijo y suficiente dinero para proporcionarle un estilo de vida bas­tante cómodo. Pero según Lavoe. todo paso tan rápido que él no supo como ajustarse o adaptarse a un éxito tan repentino. A conse­cuencia, desarrolló una seria adicción a las drogas y empezó a llegar tarde a los bailes. Al poco tiempo ni se presentaba y final­mente, Willie se vió forzado a despedirlo. "Cuando Willie descubrió mi problema, hizo lodo en su poder para ayudarme a vencer mi problema. Yo quiero a Willie como un hermano. Me aguantó mucha basura y nun­ca se dió por vencido. Nadie en mi vida había tomado un interés en mi como lu hizo Willio. Mi amistad con Willie es tal que yo nunca la podré romper
En 1973, para desagrado de sus faná­ticos, Willie Colon y Héctor Lavoe deshi­cieron su exitosa asociación. Colon habla decidido ampliar su potencial musical y desmontó la banda, dejándole a Héctor la opción de quedarse con los músicos y ha­cerse líder de su propia agrupación. Fue un tiempo turbulento para Lavoe porque se sentía muy herido al pensar que Willie lo había abandonado. El tuvo que confrontar sus profundas inseguridades y el dolor que llevaba de sentirse traicionado por el hom­bre en quien más había dependido. Pero mas tarde en una entrevista con Latin N.Y Lavoe me comentó, Yo dependía mucho de Willie y supongo que esa fue la manera que el usó para decírmelo. Demoré mi primer álbum como solista, por mas de dos meses esperando a Willie. Fue su ultima participa­ción como músico en mis grabaciones, pero siguió conmigo como productor."
Después del gran éxito de ese primer álbum mío 'La Voz, Willie me dijo que yo estaba preparado para formar y dirigir mi propia banda, y así lo hice. Al principio me sentía herido, pero pronto me di de cuenta que nuestra separación tenia su propósito. Era una prueba. Yo tenía que demostrar que podía actuar solo. La separación actu­almente me ayudó a lograr confianza en mi mismo." Después que Lavoe formó su con­junto! continuó en busca del reconocimiento mundial. Desde entonces, ha viajado alre­dedor del mundo con su conjunto y con las Estrellas de Fania. Lavoe ha cantado Salsa en los mas prestigiosos salones de con­cierto, al igual que en eventos como el New­port Jazz Festival. Sus grabaciones han recibido muchos premios y han ganado Dis­cos de Oro.
El éxito de Lavoe se puede atribuir a ese sabor "Jíbaro-Salsero" que es único en él. A diferencia de tantos puertorriqueños, Héctor no se molesta que le digan jíbaro. Al contra­rio, con mucho orgullo proclama, "Yo soy un jibarito," y sus canciones reflejan ese orgullo jíbaro puertorriqueño y el amor a su tierra. Un ejemplo perfecto es el número que él escribió, "Paraíso de Dulzura". "Que de adónde vengo, que pá dónde voy, vengo de la tierra de gran dulzura, la sabrosura y lo-le-lai-lo-le-lo-lei, esa tierra es mi locura, Puerto Rico te adoro, tierra santa, tierra pura." Esa linda letra de su canción es un testimonio de su amor para la isla donde nació y todo lo relacionado con ella.
Lavoe ha realizado todas sus ambici­ones iniciales de obtener fama, fortuna y ser reconocido mundialmente, Y aunque firme­mente estableció su carrera musical en poco tiempo, se echo muchos mas años en poder lograr su búsqueda personal de una reconciliación con su padre. Pero ese día por fin llegó en uno de sus viajes a Puerto Rico cuando reunió suficiente valor para visitar a Don Luis. Fue una gran sorpresa y deleite pera Lavoe, cuando Don Luis lo recibió con sus brazos abiertos.
Con su talento especial y empujado por su ardiente ambición de llegar a ser alguien de importancia, Lavoe ha logrado realizar los objetivos que se propuso ese primer día en el avión hacia Nueva York. El hecho de poder probar que podía ser alguien, se lo ha demostrado a su padre, al mundo y a si mismo. Lavoe ha mas que sobrepasado su meta original de ser reconocido en vida, y hasta ha logrado gran distinción de ser reconocido como una leyenda. Normalmen­te, las personas se convierten en leyendas después de muertos. Pocos son consideradas asi en vida, y mucho menos cuando todavía son jóvenes. La vida de Lavoe esta llena de grandes triunfos artísticos, un le­gado que él le dejará al mundo. Su talento como artista del canto, será escuchado y recordado por muchos años! aun después que el haya desaparecido.
Si ésta fuere la historia de otra persona, sería una historia con un final feliz. Una historia de la pobreza a la riqueza. Un pobre muchacho! jibarito pu­ertorriqueño! que nace con el don de cantante y que termina siendo amado y reconocido por audien­cias alrededor del mundo. Des­afortunadamente, ésta es la his­toria de Héctor Lavoe y no la del final feliz de un cuento de hadas.
Su historia es la de un hombre cuya vida ha estado plagada de eventos trágicos, una vida dolorosa y emocionalmente tumultosa. La historia de Héctor Pérez Lavoe es una tragedia. La pér­dida de su madre cuando más la necesitaba. La muerte de su her­mano en las calles de Nueva York por causa do las drogas, algo que continué produciendo en la fami­lia muchos años de pena, con­flictos emocionales, y temor con­stante. Temor que llevó a Don Luis a tratar por lodos los medios de impedir el viaje de Hedor a Nueva York, pensando que también él terminaría muerto ¿Mi las calles de Nueva York. Irónicamente, hubieron ocasiones oir que su adicción a las drogas casi hicieron realidad los temores de su padre. Un ejemplo de ello, fue la vez en que lo golpearon salvajemente y le robaron sus joyas.
Otras tragedias fueron el asesinato brutal de su suegra, y el fuego que destruyó su casa en Queens acabando casi con su familia. Pero no puedo imaginar una tragedia aun más dolorosa para Héctor o más difícil de sobre llevar, que la muerte de su hijo de 17 años, a quien un amigo le disparo acci­dentalmente. Todos estos eventos trágicos, debieron haber minado en Lavoe la volun­tad de vivir, y pudieran ser la explicación del por qué se lanzó de la ventana de un hotel en Puerto Rico, una caída de la cual nunca se recuperó por completo.
Mirando a su vida en el pasado y las tragedias que le ocurrieron, se puede decir que algunas fueron causadas por si mismo y otras probablemente se hubieran podido evitar. Pero en general, simplemente se puede decir que fueron malas jugadas del destino ¿Puede haber duda alguna del papel ne­gativo que esa infortunada suerte debe haber jugado para influir en los actos auto­destructivos de Lavoe? Nunca podemos condenar las actuaciones con que artistas sensibles su destruyen así mismos, cuando no tienen la habilidad para erifrentarse con fuerzas que están fuera de su control. Después de todo, ¿cuánto dolor puede cual­quiera soportar sin que pierda antes todo, su control?
Debido al legado musical que Hector Lavoe nos ha dado y nuestra comprensión de su dolor y sufrimiento, ¿cómo no lo va­mos a querer en la forma que lo queremos?
Y aunque desearíamos que no fuera así, no podemos menos que preguntarnos si su grandeza no es un producto de su dolor.

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